domingo, 4 de marzo de 2012

Perder el enfoque, pero no tanto

El último verano de La Boyita (2009), la infancia y el autodescubrimiento.


El último verano de La Boyita es una película argentina que se ubica mayormente en el campo. Como no voy a comentar sobre la trama o hacer crítica sobre ella, tendrán que verla para saber de qué se trata o preguntarme para debatir.

La vi hace unos seis meses, casi. Presté atención, todo pasaba normalmente... hasta que me llamó la atención el trato que el personaje principal tenía con su hermana mayor. En primer lugar, es sorprendente cómo las niñas suelen ser más maduras que las púberes. En segundo lugar, el comportamiento de las dos chicas me resultó muy familiar: creo que lo veo en cualquier familia con dos hermanas, lo cual me hizo pensar en las increíbles similitudes que tenemos los países hispanoparlantes, pese a la distancia y a los rasgos individuales de cada cultura. No puedo explicar qué exactamente me resulta conocido. Será la crítica que hace la más pequeña de la inestabilidad emocional de la mayor, el egocentrismo de la más grande o la costumbre que tienen los padres de hacerlas salir siempre juntas; pero el estilo de vida en general no me resultaba exótico o raro en lo más mínimo.

Seguí viendo. De repente, me distrajo el padre de la protagonista. Por lo que pude ver, era un hombre que, con el perdón del estereotipo, parece un clásico padre argentino. ¿Y qué sé yo de padres argentinos? Es verdad, poco y nada sé. Conozco, sin embargo, muchos padres paraguayos. Pero este padre de la película me recordó bastante al mío, quien siempre contrastó con los demás. Ahora entendí: por supuesto, mi padre vivió en Argentina por cerca de treinta años. Siempre fue un padre argentino conmigo.


Conseguí ver toda la película, y la entendí. Sin embargo, durante todo ese tiempo hubo un punto que no me dejó verla tranquila: el acento de los actores. Noté inmediatamente que la protagonista y su familia tenían un acento, mientras que los que vivían en el rancho tenían otro. Es natural que exista una gran diversidad de acentos en un país con un territorio tan grande, pero lo que me torturaba era no saber de qué zonas eran esos acentos. Buscaba en cada línea alguna referencia a una zona geográfica, alguna pista. No soporté más quedarme con la incertidumbre, así que decidí «tuitear» esta gran duda que me aquejaba. Aunque no se crea, recibí respuesta y calmé mi ansiedad.

Este interés por las diferencias en el uso del idioma que hay en cada región me está acaparando. En esa ocasión, mientras veía una película, se me creó una historia paralela en la cabeza por culpa de eso. A pesar de sentirme un poco molesta por no centrarme en el tema del filme, me siento muy contenta de que mi interés por la lingüística sea algo innegable y esté echando raíces en mí. A pesar de que esta afición estuvo siempre presente, recién a esta edad me doy cuenta.

Fue muy curioso encontrarme con modos de vida que me resultan ancestralmente familiares, de cierto modo, pero más curioso fue distraerme tanto con los acentos que escuché. No saben el placer y el alivio que sentí cuando dieron respuesta a mis dudas sobre los acentos que se escuchan en esta película y no se imaginan lo reconfortante que es estar segura de qué es lo que quiero hacer con mi vida.

sábado, 3 de marzo de 2012

Curarnos del momento que vivimos

The Cure (2004), de The Cure, y el desdén hacia lo nuevo.

Últimamente (desde 1997 más o menos, salvo Bloodflowers) se subestima todo lo que haga The Cure. Nunca, como fiel seguidora (o fanática ciega, aunque suene muy mal), hice caso de estos comentarios destructivos. Pero tampoco presté demasiada atención a los elogios. Siempre defendí escuchar lo que me interese en el momento, a mi manera.

Hace un rato, escuché el álbum The Cure otra vez. Es MAGNÍFICO. Todos los que no lo entendieron en su época tendrían que escucharlo de nuevo.


Se quejan de que suene un poco a berrinche adolescente desde la primera canción, pero... ¡exactamente esa es la vida nuestra! De pequeños no nos identificamos con los demás niños. En la adolescencia creemos que no, pero nadie nos gana en depresión adolescente, melancolía interminable y fantasías de amor no realizadas. Mientras nos volvemos adultos nos damos cuenta de que no queremos crecer, y ya de adultos muchos ven que no se sienten cómodos siendo «viejos».


Que cambiaron su estilo... históricamente han pasado desde un casi punk por electrónica bailable, atmósferas oscuras, y hasta pop tierno. Nunca van a hacer algo exactamente igual a lo que ya han hecho.


Que se están yendo al carajo, que están por tirar la toalla... a ver, ¿qué te pareció que hayan hecho la gira Reflections el año pasado, con las figuras legendarias que pensaste que no iban a volver nunca? Ya sé que no estuviste -yo tampoco estuve-, pero sé que casi te suicidaste por no haber podido ir.


Personalmente, percibo en el álbum The Cure una suma de todo aquello que siempre ha hecho que sus seguidores nos sintiéramos identificados. Entre muchas cosas, al menos desde mi audición de la versión estadounidense, noto:
  • Incertidumbre existencial (abren con Lost, un llanto incesante por la incapacidad de encontrarse a sí mismo; siguen con Labyrinth, o la duda de si reconocemos el mundo que nos rodea o si somos nosotros los que hemos cambiado; rematan con Going Nowhere, la frustración de no comprender si avanzamos en el rumbo que escogemos, si queremos continuarlo, si lo estamos recorriendo en absoluto o si ya lo hemos terminado de recorrer).
  • Atmósferas oscuras que acompañan las letras más melancólicas.
  • Añoranza de un pasado feliz, ya acabado (Anniversary remonta a momentos bellos del pasado a través de la costumbre humana de contabilizar el tiempo transcurrido luego de un evento importante; The Promise se aferra a las promesas hechas en un pasado estable, pero que no son cumplidas debido a la fugacidad de la felicidad; Before Three detalla unos días de amor felices a los cuales quisiéramos volver).
  • Descripciones de un amor que llega a su fin (Before Three de nuevo, una descripción de un amor muy grande, pero que finaliza; Us Or Them muestra el proceso de darse cuenta de que una relación es insostenible y, sobre todo, el hartazgo que ella ocasiona; Never nos dice que a veces una persona «no es para nosotros», aunque deseemos que lo sea; The End Of The World exhibe la ruptura, en la cual sentimos que nuestro mundo realmente se termina; alt.end habla de la sensación de que nuestra vida está completa y que estamos bien como estamos, por lo cual no necesitamos continuar con una relación que no aporta nada para nosotros).
  • Atmósferas alegres para letras alegres, normalmente relacionadas con la felicidad que ocasiona el amor, ese amor intenso que no nos permite pensar en nada más y que atempera cualquier otro aspecto de nuestras vidas (Taking Off, es una muestra de los efectos del amor como un narcótico; (I Don't Know What's Going) On es esa exaltación que nos causa el amor, esas ganas de contárselo a todo el mundo, clara y brevemente).
Supongo que, al tener gustos definidos, resulta difícil para muchos abrirnos de nuevo e introducir innovaciones en nuestra colección de conocimientos. Como palabras nuevas, modas nuevas, actitudes e ideas nuevas que llegan y parecen romper la pequeña burbuja de seguridad en que vivimos. Esta suerte de desprecio por lo nuevo sucede en la mayoría de las personas, en distintos ámbitos de la vida, y a nosotros nos suele suceder con la música.

Nos arraigamos en lo bueno que recordamos del pasado porque somos así, melancólicos y nostálgicos. Se comprende eso. Pero eso no quiere decir que no se estén gestando cosas buenas en el presente. La sugerencia que hago para no perdernos de estas cositas que surjan es no cerrar completamente la puerta de nuestra burbuja. Podremos ver que realidades humanas que nos identifican también están presentes en expresiones artísticas más recientes y usar esos puntos en común para reconciliarnos con lo nuevo y, quizás también, con nosotros mismos.