El último verano de La Boyita es una película argentina que se ubica mayormente en el campo. Como no voy a comentar sobre la trama o hacer crítica sobre ella, tendrán que verla para saber de qué se trata o preguntarme para debatir.
La vi hace unos seis meses, casi. Presté atención, todo pasaba normalmente... hasta que me llamó la atención el trato que el personaje principal tenía con su hermana mayor. En primer lugar, es sorprendente cómo las niñas suelen ser más maduras que las púberes. En segundo lugar, el comportamiento de las dos chicas me resultó muy familiar: creo que lo veo en cualquier familia con dos hermanas, lo cual me hizo pensar en las increíbles similitudes que tenemos los países hispanoparlantes, pese a la distancia y a los rasgos individuales de cada cultura. No puedo explicar qué exactamente me resulta conocido. Será la crítica que hace la más pequeña de la inestabilidad emocional de la mayor, el egocentrismo de la más grande o la costumbre que tienen los padres de hacerlas salir siempre juntas; pero el estilo de vida en general no me resultaba exótico o raro en lo más mínimo.
Seguí viendo. De repente, me distrajo el padre de la protagonista. Por lo que pude ver, era un hombre que, con el perdón del estereotipo, parece un clásico padre argentino. ¿Y qué sé yo de padres argentinos? Es verdad, poco y nada sé. Conozco, sin embargo, muchos padres paraguayos. Pero este padre de la película me recordó bastante al mío, quien siempre contrastó con los demás. Ahora entendí: por supuesto, mi padre vivió en Argentina por cerca de treinta años. Siempre fue un padre argentino conmigo.
Este interés por las diferencias en el uso del idioma que hay en cada región me está acaparando. En esa ocasión, mientras veía una película, se me creó una historia paralela en la cabeza por culpa de eso. A pesar de sentirme un poco molesta por no centrarme en el tema del filme, me siento muy contenta de que mi interés por la lingüística sea algo innegable y esté echando raíces en mí. A pesar de que esta afición estuvo siempre presente, recién a esta edad me doy cuenta.
Fue muy curioso encontrarme con modos de vida que me resultan ancestralmente familiares, de cierto modo, pero más curioso fue distraerme tanto con los acentos que escuché. No saben el placer y el alivio que sentí cuando dieron respuesta a mis dudas sobre los acentos que se escuchan en esta película y no se imaginan lo reconfortante que es estar segura de qué es lo que quiero hacer con mi vida.