La pregunta que todos nos hacemos después de ver «Mean Girls» es «¿En serio son así las chi?» Pero la pregunta que realmente deberíamos hacernos es: «¿Qué estamos haciendo como sociedad para que las chi se comporten así?».
La película no lo implica, pero por un buen tramo tampoco lo niega, dejando oportunidad a que mucha gente piense que las mujeres somos naturalmente competitivas, que nos queremos cagar unas a otras constantemente. Y eso no es cierto.
Lo que sí es cierto es que nos enseñan a competir y nos enseñan que la forma de ganar es minimizar o destruir a otras mujeres. Pero, como todo comportamiento socialmente aprendido, se puede desaprender.
Eso nos lo enseña la película en su final, pero hay que saber verlo: si confrontamos con sinceridad y respeto nuestras diferencias, si aclaramos los malentendidos, si entendemos que la vida no es una competencia, podemos tener relaciones saludables entre nosotras.
Por esta lección, además de las frases célebres y genialidad general, «Mean Girls» es una joya del cine dosmilero y les sugiero que vayan a verla de nuevo porque es brillante.