sábado, 8 de diciembre de 2012

Lado A y lado B

Cómo me reconcilié con (500) Days of Summer... y conmigo misma

Debo admitir que la primera vez que vi esta película me afectó fuertemente, pues me tocó en un momento en el que me encontraba particularmente vulnerable y tomé rápidamente partido por un punto de vista. Con el tiempo, mi vulnerabilidad se fue reduciendo y, tras ver numerosas veces (500) Days of Summer, la última vez que la vi ya no fue igual a la primera.

Mi recepción, así como la estructura narrativa del filme, fue quebrada en cientos de pedazos que, tras mucho esfuerzo, se unieron y armaron algo comprensible. 




Lado A: Tom Hansen y yo

En pocas palabras, Tom es yo, o yo soy Tom. Yo sé que gran parte de la gente que lo conoce dice identificarse con él, pero yo soy él. Al menos lo soy en la ocasión en la cual lo conozco. No hay ser ficcional que me represente más que él. Mismas aficiones, mismas expectativas de la vida, misma manera de enamorarse y misma frustración cuando el amor muere. Lo de que yo estaba vulnerable viene por ahí: Tom se había enamorado de una persona que creía perfecta, pero que lo dejó abandonado y con el alma destrozada. Yo acababa de pasar por exactamente eso, así que lo defendí impetuosamente por sentirme retratada en lo que le sucedió a él. Interpreté el actuar de Summer como una crueldad innecesaria y le juré odio eterno por haber herido así a quien tan bien la quería. Para mí Tom iba en serio y Summer estaba jugando, cosa que no tenía perdón.


Lado B: comprendiendo a Summer Finn

El tiempo fue pasando y mi dolor también. Como sucede a mucha gente tras una aflicción fuerte, yo había forjado una armadura emocional, para evitar volver a sufrir por lo mismo, protección que terminó poniéndome en contra de todo lo que antes defendía. Es aquí cuando por fin me atrevo a ver las cosas desde Summer. Ella había visto relaciones fallidas en todos lados, lo cual la hizo pensar que todas las relaciones amorosas necesariamente terminan en sufrimiento. Entonces, por miedo a este final inevitable, decidió nunca intentar un comienzo. Fui capaz de ver esto en el momento en que me descubrí actuando de esta manera: privándome de la experiencia con la certeza de que eso eludiría la decepción y la tristeza. Ahí la entendí un poco mejor: Summer no necesariamente era malvada, sino que evitaba sufrir por encima de todo.


La conclusión: todo sirve y Rachel Hansen salvó el día

Esta es la parte más complicada, sobre todo cuando la subjetividad obnubila, pero el punto es que ni hay que tomarse tan a pecho a Tom ni hay que tomarse tan a pecho a Summer. Ambos fueron transformados tras haber interactuado, ambos aprendieron y ambos enseñaron.

Tom aprendió que no por encontrar rasgos de interés en una persona, esa persona será necesariamente la adecuada para un romance, sobre todo cuando la expectativa que se tiene del amor es idealizada y exagerada. Summer aprendió que, si bien algunas relaciones fallan, no quiere decir que no sea posible tener una relación exitosa o que las relaciones de una estén indefectiblemente condenadas al fracaso.

Al concluir la tediosa tarea de deshacerse de todos los puntos de vista subjetivos o, mejor dicho, al terminar de usar un punto de vista para pulir otro, llegamos a la equilibrada y saludable valoración que desde un principio intenta dar el personaje de Rachel -en todo momento más madura y racional que su hermano mayor Tom- y conseguimos ponernos no de un lado o del otro, sino que aprendemos a tomar lo que nos sea útil de cada uno de ellos.