martes, 14 de mayo de 2013

The Cure en Paraguay - Mi experiencia

Vorágine de sensaciones

Mucha gente que me conoce me preguntó cómo me sentí, cómo lo viví y, sobre todo, ya que hago reseñas de prácticamente todo, por qué no hice aún una reseña sobre la noche más importante de mi existencia. Me limitaba a responder brevemente o a evadir la cuestión porque, en primer lugar, no se trata de decir simplemente “fue muy bueno” y, en segundo lugar, yo misma tenía que ser capaz de comprender y sintetizar todo lo que pasó por mi mente. Ahora, poco más de un mes después, creo que tengo la suficiente fortaleza como para hacerlo.

Crédito de la imagen: paraguay.com.

Cuando recibí la noticia

Tras haber oído miles de rumores años antes, ya había desarrollado una incredulidad defensiva: ignoraba todo rumor para no ilusionarme y no decepcionarme con una noticia falsa. Pero cuando ya no fue un rumor, cuando fue oficial, tuve que creer, y no fue fácil.

El sueño de mi vida finalmente se iba a cumplir, el evento por el que tantas noches de mi adolescencia había llorado. El concierto que un par de años atrás solo creía posible con un viaje al hemisferio norte de repente estaba a pocos días de darse y en mi propio país.

Tenía que estar alegre, ¿no es así? Y lo estaba, de cierto modo, no puedo decir que no, pero debo aclarar que la reacción a semejante noticia no fue tan sencilla. No me pasé escuchando The Cure todo el tiempo o contando los días que faltaban para el concierto. Todo lo contrario: durante los meses que duró la espera, evitaba hablar de The Cure, no escuché un solo tema (casi perdí las ganas de escuchar música en general, no solo de ellos), no demostraba emoción con respecto al concierto, nada de nada.

Si bien esta extrema frialdad suena bastante incomprensible, creo poder justificarla vagamente, por lo menos para quedar yo misma conforme con esta justificación. No voy a dar muchos detalles, pero, mucho antes de que se anunciara la gira, yo ya había hecho unos planes que suponían una enorme responsabilidad para mí y que justo coincidían más o menos con la fecha del concierto. No quería desatender esta responsabilidad por culpa del recital ni desatender el recital por culpa de esta responsabilidad, por lo cual asumí una postura aparentemente indolente y fría ante ambas situaciones. Fue mi forma de protegerme, no dejarme abatir por las situaciones y tenerlas bajo control. Y así me fue bastante bien, hasta que se acercó la fecha.

El gran día

Un día antes ya era difícil sostener mi aparente fortaleza. De tener ganas de perseguir a la banda pasaba a no tener ganas de salir. No quise intentar ver a Robert desde lejos en la conferencia de prensa, no quise escuchar dicha conferencia, no quise reunirme con mis amigos fans, no quise hablar al respecto, me puse a llorar...

Estuve insoportable, hasta que en cierto momento, tras insistencia de algunas personas, fui cerca del hotel a intentar verlos llegar de su conferencia. No resultó, pero la salida me tranquilizó un poco.

Ya en la fecha del concierto, me preocupaban muchas cosas. Estaba eludiendo a alguien a quien le debía explicaciones, que me llamaba insistentemente y que no tenía la más pálida idea de lo que yo estaba viviendo ese día (ya aprendí que, si vuelve a aproximarse un The Cure live, no me voy a comprometer con nadie para nada). También tenía que encontrarme con una amiga que me conseguiría un lugar con vista privilegiada, quien se retrasó unos minutos, pero quien a mi ansioso parecer se demoró mil años.

La gran noche

Llegó el momento en que entré, me ubiqué y observé. Prácticamente no presté atención a los teloneros, no porque no lo merecieran sino porque mis nervios no me permitían pensar en nada más que la banda principal.

Desde mi posición en el público -buena vista y poco movimiento de gente-, pude cumplir con una tarea peculiar: me encargué de los reportes en vivo para Chain of Flowers, que estaba siguiendo atentamente mi experiencia. Por momentos me sentía un poco mal por estar tuiteando en vez de vivir el momento sin distracciones, pero, como el propio Craig me dijo para tranquilizarme, un gran número de fans de todo el mundo estaban viviendo el concierto conmigo a través de mis tuits, lo cual fue bastante lindo: un sentimiento de comunidad compartido con gente que estaba muy lejos de mí, en especial porque la gente que tenía cerca no parecía entender demasiado lo que estaba pasando.

Y entró nomás The Cure. Era muy curioso el cambio constante de mi persona que se dividía entre vivir el sueño de mi vida y llevar registro de los temas que sonaban para mi reporte: pasaba de un trance a un momento serio cada vez que empezaba una nueva canción. Me sentía importante por que un sitio tan prestigioso confiaba en mí y sentía a la vez que me pasaba algo importante.

Y no era para menos, todos esos temas que había escuchado en versiones de álbum tantas veces, finalmente en vivo. Conocía también, por supuesto, versiones de conciertos muy importantes, como In Orange o Trilogy, pero estas versiones en vivo que estaban sonando frente a mí, en ese momento, las sentí como dedicadas a mí: sin importar cuántas veces las hayan tocado y cuántas otras personas las estaban presenciando esa noche, estas eran unas versiones especiales para mí.

No voy a hablar mucho del setlist, que se puede encontrar en cualquier lado, ni hacer crítica de cómo interpretaron cada canción porque, sinceramente, no me siento apta para ello. Mi intención es nada más constar mi vivencia. Pero, en relación con el dichoso setlist, quiero decir un par de cositas:

La primera: yo venía reportando los temas, pero ya veía que en cualquier momento me iba a quedar sin batería. Así que, antes del concierto, me fijé en los recursos de mi cartera: un bolígrafo. Me arrepentí con toda el alma de haber dejado mi libreta en casa, que no sé por qué razón pensé que podían confiscarme a la entrada del concierto. Me faltaba dónde escribir, así que lo único que se me ocurrió fue preguntar a la gente que me rodeaba si tenían un papel. Finalmente, un muchacho bondadoso me pasó el papel de su caja de cigarrillos y me ayudó a salir del paso. Fui tuiteando hasta donde pude, después guardé un poco de batería para los encores, pero en todo momento llevé registro de los temas así como pude en el papel de la caja de cigarrillos. Todavía conservo ese papel como un recuerdo personal de la noche, aunque estoy pensando en deshacerme de él, porque es una suerte de representación física de mi imprudencia.

La segunda: como había visto los temas que venían tocando en otros conciertos de la gira, notaba que la lista de canciones era bastante estática, bastante parecida en cada concierto, y eso me preocupó un poco. Me ocasionó algo de envidia que en otras ciudades hayan tocado algunos temas más, pero es algo normal en las giras, y no por eso dejo de sentir que este concierto en Asunción fue único, especial, mío.

Además, ¿quién te toca tres horas? A casi cualquier otra banda hay que rogarle una canción más pasados los noventa minutos, pero The Cure tocó tres horas sin obligación, sin que lo mereciéramos. El público en general salió completamente satisfecho (menos los más fanáticos, que siempre queremos más) y asombrado por la extensión del concierto, lo cual tiene que hacernos notar lo siguiente: a esta banda le gusta dar conciertos, disfruta tocando, lo cual nos deja muy claro que todavía tenemos The Cure para largo rato.

Al terminar todo, me fui cerrar la noche con un lomito, porque la situación ameritaba: de los nervios, prácticamente no había comido nada en todo el día y, ya pasada la conmoción, mi estómago volvió a la normalidad y empezó a reclamarme sus derechos.

Si mal no recuerdo, esa noche dormí muy bien.

Personas que estuvieron

Momento algo meloso que me tomo para unas breves menciones a personas que, de alguna manera u otra, me acompañaron en todo esto.

La pandilla cureana: Julio, Marcos, Oscar, Mario, Pablo y Aye. Los muchachos disfrutaron del show desde otro sector y la muchacha no pudo ir por estar fuera del país. Si bien no estuvimos todos juntos, yo pensé en ellos toda la noche e imagino que ellos pensaron en mí también.

Hero y Sakkia: ambos hicieron posible que yo entrara.

Vicky: también estuvo en un sector diferente al mío, pero tuvimos unos lindos momentos de hermandad cuando logramos vernos a lo lejos antes del concierto y cuando conseguimos saludarnos a la salida.

Gus: me esperó afuera hasta el final del concierto. Me llevó a cenar y me dejó en casa sana y salva.

Pablo: fue quien más de cerca vio mis desequilibrios emocionales antes y después del concierto y se los aguantó todos.

Y, por último, todos aquellos que en algún momento se acordaron de mí porque sabían que mi sueño se hacía realidad. Aquí entra mucha gente, desde compañeros de secundaria hasta gente más reciente. Todas estas personas me recordaron porque amo a The Cure. Es muy interesante que te recuerden por algún aspecto excéntrico.

La depresión posconcierto

Después de llegar a la cima, toca descender. Y el descenso en este caso fue algo violento.

Como en la depresión preconcierto, me cuesta mucho escuchar temas de The Cure y me cuesta mucho escuchar música en general, condición de la que me recuperaré con el tiempo, lentamente. De repente recuerdo escenas del concierto y me emociono hasta la aflicción con estos recuerdos. Todavía es muy reciente todo y me va a tomar unos meses más volver a la normalidad.

Los conciertos siguen: varios recitales que normalmente me llamarían la atención y a los cuales tendría ganas de asistir están pasando casi desapercibidos para mí. Aún no recupero las ganas de ver una banda en vivo. Sé que más adelante me voy a arrepentir de no haber visto a tal o cual banda, pero por ahora no puedo forzarme a sentirme bien de un día para el otro, así que esperaré a que este estado de ánimo se me pase solo.

Por varios días sostuve la postura extrema de “ya fui al único concierto que me importaba, ya no necesito ir a ningún otro en lo que me quede de vida”, pero, como el tiempo está pasando y la depresión se disipa de a poquito, me olvidé de esa idea. Si bien todavía no estoy lista para ir a un concierto así como así, estoy muy lista para afirmar lo siguiente: sueño con ver a The Cure de nuevo. Van a seguir tocando y yo quiero verlos muchas veces más.